Entrevista Iñaki Gabilondo

 

Iñaki Gabilondo: “El mayor enemigo de la libertad de expresión es el paro”

 

Iñaki Gabilondo no necesita presentación. Este donostiarra casi septuagenario es considerado por muchos el referente máximo del periodismo audiovisual español. Su dilatada carrera empezó con poco más de 20 años y desde ese momento Gabilondo ha relatado acontecimientos históricos claves y ha sometido a preguntas a los entrevistados más significativos. Su voz es la de la experiencia. Su carrera, la de las cosas bien hechas. Iñaki cree en su trabajo y ello lo prueba el entusiasmo con el que sigue haciéndolo. Pese a todo, no tiene ningún problema en sentarse a charlar del pasado, presente y futuro desde su posición privilegiada de comunicador. Solo hay que encontrar una hora libre, y en su agenda eso no es fácil. Hoy nos concede más de 60 minutos en la sede de PRISA, en plena Gran Vía de Madrid. Aunque en su presencia, el tiempo vuela.

 

 

 

 

Crisis económica

¿Hasta qué punto la economía está destiñendo el periodismo?

La economía lo afecta todo, pero en especial a los medios de comunicación.  El modelo de negocio está siendo sustituido por otro que aun no sabemos cuál es. Los periódicos, por ejemplo, son industria pesada: una un producto hecho con enormes bobinas de papel. Tenemos el New York Times y el Washington Post sin saber qué hacer con su producto, aunque la gente quiere que ese producto exista. Estamos en una etapa de transición.

La publicidad y las ventas están bajando debido al nuevo paradigma de Internet,  donde se produce una petición de servicio gratuito por algo que sin embargo tiene un coste. La gente no se baja billetes a las Bahamas o las corbatas de rayas, eso se lo paga.  Los periódicos están intentando ver como se organizarán para que su negocio se pueda sostener. En los años que llevo en este oficio nunca había visto a todas las empresas más dedicadas a hacer cuentas que periodismo y a dedicar prácticamente toda su energía a ver como se sale a flote.

 

La televisión como ente público

En una entrevista que le hizo a José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 el presidente aseguró que “la televisión de partido se iba a acabar en España”. ¿Eso ha ocurrido?

España no había tenido nunca televisión pública, sólo privada. La televisión privada del PSOE, del PP, de CIU, del PNV... cada victoria electoral comportaba una televisión de regalo. El cambio ha ocurrido por parte de Zapatero. Posiblemente ahora es el momento en que televisión española está siendo más pública de verdad. Hubo otras etapas breves de la historia en que se consiguió hacer algo parecido. Yo viví una de ellas. Pero en las comunidades autónomas todavía se juega a lo anterior, sigue llamándose televisión pública pero para mí sigue siendo la televisión  privada de los partidos que mandan. 

 

¿Cómo definiría el servicio público del periodismo, tanto en medios públicos como en privados?

Yo me voy a morir creyendo que el periodismo tiene una obligación pública. Como periodistas, somos administradores de un bien ajeno, del derecho a la información que el ciudadano tiene en una democracia. Hoy por hoy esto se ejerce de una manera determinada, con unas empresas que a su vez ganan dinero, cosa que me parece muy bien. Pero antes de saber de qué partido político eres tienes una responsabilidad con la gente y, por tanto con la decencia, con el respeto a las cosas y los hechos ciertos. Es una obligación que emana de tu oficio y no del sitio en donde trabajes.

La radio y la televisión no son más que un servicio público administrado por licencias, unas licencias que se han dado  muchas veces por cuestiones políticas. La cadena COPE tiene la suya porque cuando se acabó la guerra se le dio ese espectro radiofónico para predicar la fe cristiana, pero nuestra empresa ya emitía desde 1924. La idea de la radio como un servicio público existía desde los orígenes, pero la televisión aún debe madurar. El estado puede cerrar Telecinco si le da la gana, porque la televisión aún se opera en régimen de concesiones.

 

La ley general de comunicación aprobada en 2010 incluía un consejo regulador de medios audiovisuales pero éste aún no se ha creado ¿Cuánto tiempo debe pasar o qué debe ocurrir para que se cree?

Debe cambiar la mentalidad de la política respecto a los medios de comunicación. Todo debe ser más claro y limpio, todos los políticos han creído que tenían que redibujar el mapa mediático para colocarlo más a su gusto. Tampoco ha habido todo el desarrollo profesional necesario en las empresas periodísticas. En el fondo la planificación de esto siempre ha sido un lío, ha sido manejada con intereses de todo tipo.

 

El grupo PRISA

 

El cambio de ley permite que haya propiedad cruzada ilimitada en los medios de comunicación. Esto ha permitido la fusión entre Telecinco y Cuatro. ¿Qué opinión tiene al respeto?

Hace unos años se acusó a Polanco de ser el inventor de un monopolio en prensa, radio y televisión, pero ahora vemos que todo el mundo quiere controlar los tres medios. A mí lo que me da miedo es que finalmente sólo haya dos grupos que monopolicen el mundo mediático. Pero yo no sé si el pacto entre Telecinco y Cuatro es excesivo o no. Esto lo deciden las leyes, y ahora lo permiten.

 

¿Cree que en España podría darse el monopolio italiano?

Eso es difícil porque el caso de Berlusconi es completamente anormal. Que un señor tenga todo lo que tiene Berlusconi, sea presidente de gobierno, y encima le elijan es una cosa que todavía no he terminado de entender.  En cambio está todo el día diciendo que la televisión se mete con él. A mí me parece muy poco imaginable que esto pueda ocurrir aquí porque tendrían que darse las circunstancias que hubo en Italia: los escándalos tremendos con la Democracia Cristiana, el socialismo de Craxi, todo el descrédito terrible de los partidos, el tema de los jueces... Es difícil que la política esté ocupada por un todopoderoso ser mediático como este, que debería estar en los tribunales, esto para empezar.

 

¿Qué le parece que un fondo de inversión como Liberty Adquisitions haya adquirido PRISA?

Ha sido una situación muy chocante para todos los que llevamos tiempo aquí aunque a los que no trabajamos con el asunto económico nos cuesta entenderlo. Yo soy hijo de un comerciante y sé que si vendes más chuletas ganas más y si vendes menos chuletas ganas menos. Ahora da mucho más dinero vender bien el dinero que vender bien el producto. Es un juego financiero. PRISA es una empresa que tenía y tiene unos productos muy  buenos y  que van bien. Sin embargo, contrajo una deuda financiera muy grande a causa de la aventura de Sogecable. Le pilló la caída en picado y se encontró cogida a la brocha en lo alto. Tuvieron que empezar a vender participaciones y la familia Polanco pasó de tener el 100% a solo un 30%. El 70% restante tenía que aparecer por algún sitio y ha sido a través de un fondo de inversiones. El viaje de esta empresa es duro y difícil y hay que ver cómo concluye.

 

¿Qué sería lo primero que le plantearía a Juan Luís Cebrián si pudiera hacerle una entrevista?

La crisis de PRISA no solo la ha hecho Juan Luis Cebrián, detrás había un consejo de administración. Pero la atención general se proyecta sobre el nombre propio porque además coincide en el tiempo con la muerte de Jesús Polanco. Yo le preguntaría si  la crisis se pudo evitar. Seguro que él daría un brazo por volver atrás, aunque hay que entender que en aquél momento una empresa que no se endeudara bajaba en bolsa.

También le cuestionaría qué se analizó mal al tomar la decisión de la compra de Sogecable, qué fue lo que falló o lo que se mal calculó. Todo esto son simplificaciones, como cuando se dice es que el gobierno no previó la crisis… ¡Joder! [sic] ¡No previó la crisis ni su padre! Aquí el gobierno no previó la crisis pero por lo visto esta empresa tampoco la debió prever…

 

¿Qué le llevó a ser consejero del grupo PRISA?

Creo que fue una especie de pequeño honor que me hicieron por el tiempo que llevaba en la radio. Estuve en la SER 20 años antes de que llegara PRISA, pero no había estado en ningún consejo ni equipo asesor. ¡Nada! Hacía mi programa y me iba a mi casa. Pienso que con este nombramiento quisieron hacer dos cosas: por un lado, tener una especie de detalle con profesionales que han tenido una cierta fuerza simbólica y, en segundo lugar, meter a profesionales destacados en los consejos ahora que aparecían nuevos socios fuera de la tribu PRISA. Yo conozco la SER mucho mejor que todos los financieros del grupo. No puedo pasar a ser un hombre distinto del que he sido, pero sí puedo servir para ayudar a entender la estructura de la radio. Por el momento no me ha creado ninguna dificultad.

 

¿Cuál cree que ha sido la etapa en que el grupo PRISA y usted mismo han tenido unas relaciones más difíciles con el gobierno?

No hay afinidades suficientes para establecer una buena relación. De hecho, si las hubiera sería malo. Personalmente, he tratado con respeto a todos los políticos y partidos pero nunca he tenido buenas relaciones con el gobierno. Es verdad que hay más afinidad con un partido político, una relación más franca porque ideológicamente se está más cerca de un sitio que de otro, pero eso no quiere decir que hayan existido buenas relaciones.

Las más fuertes las hemos tenido con el PP, cuando se negó a dar entrevistas a nadie de PRISA. Aunque yo también le hice una entrevista a Felipe González sobre la cual comenta que fue la media hora más amarga de su vida. Si un parido te considera de una posición política distinta recela de todo lo que haces y, en cambio, si eres de una posición más próxima, espera de ti una incondicionalidad absoluta y, por lo tanto se toma más a pecho los comentarios negativos. Es un sinvivir hasta que decides que sus comentarios te importan un huevo [sic]. El periodismo es incompatible con la incondicionalidad.

 

Ética

 

¿Qué le falta al periodismo español para madurar su libertad de expresión?

Yo siempre he dicho que el mayor enemigo de la libertad de expresión es el paro. La gente está tan acojonada con perder su puesto de trabajo, está tan fragilizada respecto a la estructura en la que trabaja, que hay un juego autocensor automático incorporado. La gente está tan absorta en saber qué quiere su empresa que no se mete en libros de caballerías. En otros capítulos, la libertad de expresión está mucho mejor de lo que parece. Es decir, yo no veo grandes problemas de libertad de expresión, hay algún territorio un poco tabú. Una especie de pacto tácito procedente de la transición con algunos temas como la monarquía.

¿Entonces, donde están las presiones?

Las presiones económicas y políticas te tocan si eres frágil. Luis del Olmo, Federico Jiménez Los Santos, yo… Nosotros no hemos tenido en nuestra vida un solo problema de presión. Nos han querido adular, engañar, hacernos la pelota… Pero no hay nadie que le diga a Luis del Olmo qué debe decir. La presión la padece alguien que trabaje en una emisora en Reus, por ejemplo. Porque allí la presión política y económica de la zona específica es más directa, más inmediata. En el nivel en el que estoy son más fuertes los poderes que te rodean pero también lo son los medios que te protegen. Antes los periodistas teníamos más fuerza dentro de nuestras organizaciones porque no había tanto paro y había una empresa que nos protegía. Ahora la gente joven llega con una actitud de jubilado porque tiene mucho miedo.

 

Free flow

 

En su libro El fin de una época habla sobre zonas del mundo que son muy interesantes periodísticamente pero nadie les enfoca. ¿Cuál es el problema?

A mi juicio ese es el tema en el que más tendría que trabajarse. Siempre me he preguntado por qué todos los medios explican las mismas doce cosas cuando pasan muchas más. Hay varios mecanismos que hacen que se proyecte la mirada sobre un punto y no sobre otro. Podemos hablar de comodidad, puesto que las noticias ya vienen encañonadas a través de las agencias internacionales. Existe cierta pereza burocrática y laboral que hace que los periodistas vayan allí donde se les convoca. Se ha perdido la garra de buscar las cosas por la calle. Hasta que no matan un misionero en un lugar remoto no nos enteramos que allí hay un problema.

Normalmente la atención se suele producir por razones de otra naturaleza, como por ejemplo la importancia que juega una información en el tablero internacional o por algún interés específico. Ahora mismo China, por ejemplo, está comprando extensiones enormes de  América Latina y África, se están librando batallas para la explotación de minas.  El problema es que la información se quema, tiene una capacidad de resistencia limitada porque el espectador también se aburre.

 

Josep Andreu Palacios i Océane Apffel Font

 


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